jueves, 22 de octubre de 2015

Día 35: El juego de las diferencias

Los dos Juan Martín, Fernández Lobbe y Hernández, buscan dejar de ser de Bronce para ir por el Oro (Foto: Twitter Juan Martín Hermández @hernandezjuani)


Argentina está por jugar su segunda semifinal mundialista de su historia. Y por ende, siempre viene a la mente los paralelismos entre este equipo, y el anterior, el de Francia 2007, en una comparación tan odiosa como inevitable. Pero, ¿qué tienen en común (y no) los Pumas de Bronce, y estos que quieren ir por el Oro?


En primer lugar, los Pumas del 2007 estuvo integrado por, en su mayoría, jugadores que llegaban con dos o más mundiales en su mayoría. Del "equipo de memoria", Mario Ledesma, Martín Scelzo, Ignacio Fernández Lobbe, Lucas Ostiglia, Agustín Pichot, Felipe y Manuel Contepomi, e Ignacio Corleto estuvieron tanto en Gales 99 (primer equipo en llegar a cuartos) como en Australia 2003 (estuvieron a un punto de repetir el logro). Por su parte, este equipo es más "novato", ya que, con excepción de Marcos Ayerza, Juan Martín Fernández Lobbe, y Juan Martín Hernández (por citar a los que integran el XV habitual,;también cabe mencionar a Horacio Agulla y a Juan Manuel Leguizamón), el resto tiene, como mucho, el Mundial de 2011 en su haber como experiencia. De hecho, la idea principal era que el Mundial donde se tenían que ver los frutos del plan de desarrollo del rugby argentino era el de Japón 2019, donde ese equipo iba a llegar con mayor rodaje. Aún así, estos "carasucias" están teniendo una gran performance.

Por otra parte, ya muchos hablaron acerca del "cambio de mentalidad" impuesto por Daniel Hourcade, con un juego más ofensivo que el histórico de Los Pumas, entre ellos, el de 2007. Aún así, este seleccionado tiene a un pateador como Nicolás Sánchez, que parece salido de las épocas vintage, donde la presencia de artilleros como Hugo Porta, Gonzalo Quesada y Felipe Contepomi (éste último se encargó de ejecutar los disparos en 2007 -algo que posibilitó la lesión del "Ninja" Federico Todeschini, otro muy buen pateador, aunque no con tanto recorrido como los anteriores-).

Respecto a las semifinales, una posible victoria albiceleste será más lógica que en 2007, más allá de que los Wallabies presenten un nivel de exigencia similar al de los Springboks ocho años atrás. En aquel entonces, la épica mostrada por aquella camada en el partido inaugural frente a Francia, en la goleada contra Irlanda, y en el partido de cuartos ante Escocia (donde el nivel no fue como el de aquellos dos encuentros, más allá de la resistencia final) era el principal sustento de la ilusión de derrotar a los sudafricanos, que llegaban tras sufrir frente a Fiji. Estos Pumas son capaces de vencer al grueso de los equipos poderosos. Ya la primer señal se vio en Mendoza el año pasado, aún con los australianos en baja, en los últimos días de la conflictiva era McKenzie. Y tanto en Durban contra Sudáfrica, como en Wembley y en el Millennium, frente a Nueva Zelanda (aún en la derrota) y ante Irlanda, respectivamente, se terminó de ratificar.

La espera está terminando. Australia llega con un invicto mundialista en Twickenham de cinco partidos (Final de 1991, Semis de 1999, y los últimos tres partidos, dos de Fase de Grupos y los Cuartos de Final). Ojalá que Argentina tenga (mucho más que) la suerte del debutante (nunca jugó en la Catedral en mundiales).

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