viernes, 23 de octubre de 2015

Día 36: Unión argentina por el rugby

Foto: Diario Marca
Una de las situaciones que generan temor en los cabuleros es el hecho de que Los Pumas jueguen en elecciones presidenciales. Más que nada, porque el único antecedente fue aquel Argentina-Francia  en Dublin. en donde los de Alex Wyllie se cayeron sobre el final, horas antes de que Fernando de la Rua fuese elegido presidente.



Admito que las justas deportivas de cualquier índole me gustan también por el simple hecho de que dos personas que puedan pensar distinto puedan abrazarse sin problemas. Quizá sea la postura de un pelotudo unionista, o de un pelotudo a secas. Pero siempre es lindo ver que la tan mentada "grieta" (de la que todos somos responsables, sin excepción) se cierre, al menos, por un rato.

Por eso siento que aquel 9 de julio de 2014 fue uno de los mejores días de mi vida. Estaban todos en el Obelisco, o en el Monumento a la Bandera, o en Patio Olmos, o en alguna recóndita plaza en la Argentina. No importaba ni la ideología política, ni el club del cual era hincha, si era carnívoro o vegano, ni nada. Estaban todos allí, festejando volver a ser finalistas del mundo. Difícilmente recuerde algún otro hecho en donde personas (y personalidades) disímiles hayan estado en un mismo lugar.

El rugby no tiene ni por asomo la popularidad del fútbol. De hecho, ningún deporte mueve tanto como los despectivamente denominados "veintidós tipos que corren detrás de una pelota". Ni siquiera se salió a la calle cuando la mejor selección argentina fuera del fútbol de la historia (la Generación Dorada) obtuvo su máximo logro (la medalla olímpica dorada). Pero uno tiene la ilusión de que por poco más de dos horas dejemos de lado nuestras diferencias personales. Que en un día de tanta contienda haya tiempo para estar unidos.

Quizá lo próximo sea una utopía. Pero me gustaría que, gane quien gane, ese clima de unión cada vez que juegue cualquier seleccionado argentino se traslade a nuestra vida cotidiana. Sin palos en la rueda para nadie. Sin cagar para poder llevarse su tajada a casa. Sin pensar que "lo mío es mejor porque yo lo digo, y punto" (o su inverso "lo de fulano es peor porque él lo dice, y punto"). Seamos más patriotas. Que nuestro deber cívico no se limite a ir a las escuelas un domingo de octubre para elegir a quienes se representan. Porque como dijo Eduardo Galeano, "mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo".

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