sábado, 19 de septiembre de 2015

Día 2: Imitar al "enemigo"

De un lado, el lamento norteamericano. Del otro, el abrazo de Scola y Oberto (Foto: DeporTV)
Tras el 2007, cuando Los Pumas pasaron al bronce, las sombras fueron más que las luces, más allá del triunfo dentro de la cancha frente a Escocia en Nueva Zelanda, como la victoria fuera de ella que significó ingresar al Rugby Championship. Esa situación hizo que pasase a ser el "ejemplo positivo" en contraposición al fútbol, a ser un "ejemplo negativo". Y así como aquel equipo de 2007 fue "culpable" de parte de las críticas a Lionel Messi (algo que me gustaría explicar en algún día sin partido), hubo otro equipo con el cual se generaron "comparaciones odiosas": el de básquet, ayer Generación Dorada, hoy el Alma Argentina.
Y así como el principal argumento extradeportivo de la dicotomía fútbol-rugby fue el himno, en el caso de rugby-básquet fue la publicidad. Durante los mundiales de rugby siempre hay comerciales apelando al sentimentalismo, a la garra, a los valores, entre otras virtudes, más allá de que los resultados en gran parte de los casos no fueron positivos. El básquet, sin embargo, tuvo un pésimo manejo de la imágen, más allá de que sus logros fueron ampliamente superiores al de Los Pumas. Nadie vio ni a Manu Ginobili ni a Luis Scola promocionando nada con la musculosa blanca con la bandera atravesando el abdomen (ahora albiceleste a rayas) durante las competencias importantes, sean Mundiales, Juegos Olímpicos, o torneos FIBA Américas. Recién ahora, sin Germán Vaccaro (el gran responsable del desaprovechamiento de la imagen del mejor seleccionado de la historia argentina) se está empezando a posicionar paulatinamente la marca de "El Alma". Esa valoración mediática desproporcionada entre el básquet y el rugby generó, en la época de vacas flacas de Los Pumas, la denigración de éstos últimos. 

Hoy, ocho días después de la emotiva clasificación de El Alma a Rio 2016 (menos mal que zafamos del safari del repechaje), Los Pumas saldrán a la cancha contra los All Blacks. ¿Por qué arranqué con la odiosa comparación entre la ovalada y la naranja? Simplemente, porque quiero remontarme a los días previos a aquel 4 de septiembre de 2002. Al día en que el Dream Team cayó por primera vez contra estos muchachos vestidos de albiceleste.

Nadie pensaba que ellos iban a hacer el partido que jugaron, sino un mero trámite para los norteamericanos, que por sexto año presentaba un plantel con estrellas de la NBA (FIBA Américas/Juegos Olímpicos 92, Mundial 94, Juegos Olímpicos 96, FIBA Américas 99, y Juegos Olímpicos 2000), más allá que la situación no era como 10 años atrás, cuando los rivales disfrutaban más de lo que competían. En esos 5 años anteriores, hubo 4 enfrentamientos previos: 87-128 en el Preolímpico de Portland, antes de Barcelona; 68-96 en los Juegos de Atlanta, y 72-103 y 59-88, ambos en el Preolímpico de San Juan de Puerto Rico.

Todos sabían que en ese partido, que no era eliminatorio (pertenecía a la segunda ronda), los dirigidos por Rubén Magnano podían hacerle frente a los norteamericanos. Sin embargo, el día sucedió: Argentina ganó 87 a 80.

La situación ahora es similar. Porque si bien los All Blacks llegan con el halo de equipo invencible, sumado a que llegan con el tan ansiado como demorado bicampeonato, Los Pumas empezaron a tomarle la mano tras 7 duelos entre sí encima en el lapso entre la eliminación en manos de los mismos oceánicos cuatro años atrás. Si bien todas fueron derrotas, la sensación es que ya no van a "sacarles fotos" a los hombres de negro, más allá de los nombres propios que asustan.

Sería bellísimo que Hernández, Creevy y Fernández Lobbe imiten a Ginobili, Scola y Nocioni. Que el gran cuco caiga, más allá de que su cantidad de mundiales ganados no sea directamente proporcional a la reputación adquirida.

Nos merecemos bellos milagros. Ojalá que mañana se de el primero de ellos.

Foto: Con Tinta Norte

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