viernes, 25 de septiembre de 2015

Día 8: Spoiler alert

Santiago Cordero (el "Lobo" para un servidor), anotando el segundo de sus (buenos) tries que anotó (Foto: The Guardian)
El cronograma de Los Pumas había sido bastante benévolo con quien escribe estas líneas, ya que de los cuatro partidos, tres me tocaban en mi día libre: el domingo. Pero el restante fue justo duante mi trabajo. Era justamente el partido de hoy, que terminó hace apenas unas horas, pero para mí fue hace apenas minutos.
El motivo que explica la última frase fue que, en una decisión controvertida, decidí ver el partido en diferido sin spoilers. Como si fuese Game of Thrones, o Breaking Bad. Si bien sabía que era un encuentro que se podía ganar (no sin dificultad, claro), no quería enterarme de todo vía twitter a escondidas de mis jefes. Por eso, y más allá de aguantarme la incertidumbre (y de evitar todo tipo de alusión entre las 12:45 y las 17:50 (desde el minuto 0 real al minuto 80 virtual), elegí esta alternativa.

Toda la tensión acumulada empezó a disiparse cuando le dí play al decodificador grabador de mi tele (si hay algún cableoperador interesado en auspiciar este blog, será escuchado atentamente). Más allá de que los cánones estéticos no fueron los mejores, me gustó que Nico Sánchez haya metido el drop de entrada, para empezar a marcar territorio. Tras ver el try de Lavanini, pensaba que la cosa iba a ser más simple.

Sin embargo, se vivieron tras ello momentos de zozobra. Una cantidad irrisoria de penales hicieron que los europeos quedasen cerca de vulnerarnos. Por suerte, no pasó de ello. Pero si se vuelven a cometer grandes cantidades de penales de vuelta en un partido contra alguna de las potencias, se repetirá lo acontecido frente a Nueva Zelanda. Al entretiempo fuimos apenas 14-9 arriba.

Suponía que el complemento iba a ser similar, con Georgia complicándonos la vida. No me acordaba del "síndrome de los segundos tiempos" que sufrió Georgia tanto en Lyon como en Palmerston North. Recordemos que en aquel partido de 2007, Argentina se fue al entretiempo apenas por 6 a 3, pero sobre el final terminó ganando por 33 a 3, con el try agónico de Martín Aramburú para llevarse el bonus. Y en 2011, estábamos abajo 5-7 en el minuto 40, pero luego se resolvió el cubo de rubik, y el triunfo fue por 25-7. En los complementos no solo que Los Pumas solidificaron los triunfos, sino también que los georgianos no pudieron sumar ningún punto.

Por suerte, la tendencia continuó en Gloucester. Y esta vez fue más fuerte el golpe. La clave fue la exclusión temporal de Mamuka Gorgodze, símbolo de este equipo. Eso hizo soltar a Los Pumas. El try de Cubelli fue el primer golpe para iniciar la serie. Luego llegaron las conquistas de Juan Imhoff (bien aprovechando los huecos de la defensa) y del escurridizo Santiago Cordero (sugerencia de la casa: se lo podría apodar "Lobo" para contrarrestar la ternura que genera su apellido). No se llegó al cuarto de hora del complemento, y ya tenían amarrado el bonus. Algo que pudo hacerse sobre la hora hace 8 años, y que ni siquiera pudo lograrse 4 años atrás.

Los 10 minutos finales sirvieron para hacer más dulce el triunfo, con la misma fórmula de aquel lapso de 15 contra 14: medio scrum (Landajo, sustituto de Cubelli), wing izquierdo (Imhoff) y wing derecho (el "Lobo" Cordero). Todo para poner el 54-9 final, encuentro que se posicionó como el tercero con mayor cantidad de puntos albicelestes en la historia de los mundiales (detrás del 67-14 a Namibia en 2003, y del 63-3 contra los mismos africanos cuatro años después).

Ya les dije que siempre cito a Hernán Casciari. Y bien vale recordar la anécdota contada en un post de hace 11 años, donde el autor tuvo que ver los partidos de la selección en la Copa América de Perú en diferido. 

Cuando yo era chico, la mayoría de los partidos eran en diferido. Y Roberto Casciari se ponía como loco. Apagaba las radios, cerraba las persianas y no atendía los teléfonos. Una vez había un Boca-Racing e incluso se taponó las orejas con algodón, para no escuchar las bocinas de los autos, que a veces son las mejores comentaristas del fútbol argentino.
Cuando empezó el partido en la tele, se acomodó en el sillón y le pidió a mi mamá el mate, previa admonición:
—Si sabés algo —le dijo—, no me digas nada.
Y Chichita, trayendo la bandeja con la pastafrola, sin maldad, le contestó:
—No te voy a decir el resultado, pero goles no hubo.
Mi padre estuvo a nada de convertirse en Chichita. Por suerte, pegó a tiempo el volantazo tras morder la banquina, y pudo salvar el exabrupto, haciendo que tire por la borda todo el esfuerzo hecho durante mi trabajo.

0 comentarios:

Publicar un comentario